Reflexiones

En la complicada danza de la vida moderna, nos encontramos atrapados en un ciclo de prisa y presión. La búsqueda constante de dinero y la escasez de tiempo de calidad nos llevan a priorizar las expectativas sociales sobre lo que realmente valoramos. Nos exigimos saber más, hacer más y ser más, a menudo en detrimento de los momentos fugaces que dan sentido a nuestra existencia.

A lo largo de mi vida, he tenido la fortuna de enfrentar diversas circunstancias que me han enseñado a apreciar las pequeñas cosas. Cada instante compartido con mis seres queridos se convierte en un tesoro invaluable. Agradezco el tiempo que paso con ellos, y es en esos momentos donde encuentro mi verdadero propósito.

Como profesor y artista, mi enfoque no está en acumular riquezas, sino en ser una luz en la vida de aquellos que me rodean. La sombra de la rutina y las obligaciones pesa sobre muchos, pero elijo ver la vida desde una perspectiva optimista, incluso en medio de la calamidad. Cada error que cometo es una oportunidad para reescribir mi historia, para aprender y crecer.

Mis manos están aquí para trabajar, rehacer y crear un mundo donde las expectativas no sean una carga, sino un impulso para el cambio. Creo firmemente que con la voluntad de unos pocos, podemos otorgar herramientas para transformar nuestra realidad y la de los demás.

La vida nos presenta un lienzo en blanco, y cada día es una nueva oportunidad para pintar una obra maestra. Debemos recordar que, aunque los desafíos son inevitables, también lo es la posibilidad de mejorar y cambiar.

Anterior
Anterior

Avances que no son siempre en Diseño 💪🏼

Siguiente
Siguiente

Preparación de tattoos